Amour ‘93

¡Porque te echo de menos!
En el Verano del 93 el tiempo no se hizo lineal,
se me presentaron posibilidades,
todos esos caminos, tus tonterías,
a la vez la vi en alguna parte.
El amor lo sentí en la tierra, sobre las costas,
sobre los nobles corazones, llenos de esperanzas,
algunos partidos y otros obligados a amar.
Ese amor inocente que se siente puro,
casto, sin ofensas, sin odios ni retratos.
Ese amor que nadie sabe armar,
ese rompecabezas que nace,
esas piezas que tal vez no supo valorar,
o tal vez no las arriesgo.
En el Verano del 93 conocí amores de tele,
el inocente, el verdadero, la obligación,
la presión, el diseño, el patrón…
el que me ilusiona, el amor a mi guitarra.
Sentada en mi coche descapotado bajo la luna llena,
en lo que antes era un autocinema,
vi el amor que procuro la misma muerte,
el de Dante Dante en un infierno y purgatorio.
El amor que por sospecha se vuelve delirante,
como lo leías en aquel libro de sequia,
la soledad sin sospechas te acompañaba como en nuestra era.
Seguíamos y parlábamos,
nos suspendía la lectura y a la vez nos mirábamos,
en un paisaje, en un sin fin,
en un mundo que no nos vencería;
nos sentíamos como esos amantes fogosos
que quien jamás querías ser apartada.
Porque así es el amor, todo empieza y todo termina
…nos fuimos, con el tiempo nos quisimos.
Y cuando te fuiste me convertiste en el llanto, como un espíritu despiadado,
de dejar de sentir, de que tenias ganas de morir…
Y aprendí que es mejor dejar ir al amor que es de verdad,
ese que te llena, el que vuelve nuestros cuerpos inanimados.
Decidí dejarte ir como las corrientes del rio,
y desde ese día puede ver las diferentes maneras de amar...
Aprendí amar al mundo como uno solo!